24 marzo 2012

DE BARRIO EN BARRIO 2: PARTICIPACIÓN CIUDADANA, UN ORNAMENTO ELECTORAL (FLAVI)

En días como hoy, jornada de reflexión aquí en Andalucía y también en Asturias, publicamos el último artículo de "De barrio en barrio", el boletín vecinal de la FLAVI. Precisamente el tema del texto no podría venir más al caso: la participación ciudadana. 
Autoridades y Ciudadanía deben recordar que la democracia no es un ritual cuatrienal sino que va más allá. La democracia significa retroalimentación entre políticos y ciudadanos, implicación de los segundos en los asuntos públicos y transparencia de los primeros en la gestión al frente de la administración. Y sobre todo, democracia significa soberanía del pueblo, ni de los mercados ni de los partidos.
Fdo: Alfonso Torres, Editor.


Una expresión manoseada y desvirtuada en los últimos tiempos por los políticos de turno. Convertida en un ornamento más de las campañas electorales, pero vacía de contenido e interés durante el resto del tiempo. Y todo ello, porque en realidad molesta. Y molesta porque pretenden gobernar con el sello de demócratas, aunque en el fondo no lo sean, alegando que el pueblo ya ha cumplido y terminado su misión con el voto. Es como reducir el ejercicio de la participación democrática del pueblo, a unos servicios mínimos. Lo indispensable. Lo suficiente para que no les tachemos de dictadores.
Las posibilidades de la Participación Ciudadana son muy extensas y van más allá del voto cada cuatro años: hay democracia donde hay participación. Es el derecho y el deber de todo ciudadano. La participación no es una graciosa concesión de la autoridad, sino un derecho de todo ciudadano y de toda Asociación.
En nuestro pueblo tenemos que recuperar las herramientas participativas con las que contábamos, y que fueron ninguneadas cuando no directamente desmontadas por el Ayuntamiento en la última década, como es el Consejo Local de Participación Ciudadana, o conseguir implantar el compromiso de los Presupuestos Participativos, en los correspondientes ámbitos de información y debate.
Es necesario fomentar el asociacionismo activo, que enriquece la vida social y es fundamento de la vida democrática, garantía de libertad, freno y dificultad para el abuso y la corrupción y, sobre todo, defensa para las personas y colectivos más vulnerables.
Hay que denunciar y huir del asociacionismo clientelar, del que no tiene más misión que beneficiarse del arribismo al poder constituido, del que se utiliza como trampolín para la consecución de ambiciones personales, del que no tiene más finalidad que la gestión de las cada vez más exiguas subvenciones públicas; y ello para no perder de vista que el asociacionismo no es un fin en si mismo, sino una herramienta para generar y ensanchar la democracia, para hacer más tupido el tejido social y más articulado su engranaje. Sin participación no hay democracia, y sin democracia no hay soluciones válidas a los problemas e inquietudes de la mayoría social.
No vale cualquier participación. ¿Qué participación entonces?
La participación como búsqueda del bien común.
La participación como servicio.
La participación que devuelva la palabra a aquellos a los que les ha sido arrebatada.
La participación como escuela de espíritu crítico.
La participación con sentido de la complementariedad y el diálogo.
La participación que alienta la primacía de la sociedad civil.
La participación al servicio de las prioridades sociales.
La participación en lo local sin perder de vista lo global.
La participación que devuelva y fomente el sentido de la ética.

1 comentario:

  1. Hemos dejado que año a año, década a década, destruyan el movimiento asociativo de base: aceptando subvenciones y locales, sometiéndonos a estatutos y sistemas de representación no decididos por nosotros, aceptando sus discursos y tragando un enfoque de "participación" que es más sometimiento que pensamiento y actuación libres. Hace décadas el movimiento, con muchos menos recursos materiales, era más fuerte socialmente. Ahora mas que nunca, el poder recoge sus frutos: tristemente, hay una débil capacidad de reacción ante este golpe de estado por goteo anticonstitucional, que recorta derechos básicos y garantías logradas con sudor.

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